La tampografía se basa en una placa metálica o plástica, revestida de una emulsión fotosensible, en el que se graba una imagen a través de un proceso químico que resulta un huecograbado, la placa se recubre con tinta y es barrida con una cuchilla, luego se presiona sobre el grabado de la placa con un tampón de silicona recogiendo así la tinta del huecograbado y transportándola sobre la pieza que va a ser impresa. Las transformaciones físicas producidas en la película de tinta permiten que salga de la zona de la imagen grabada en beneficio de la adhesión a la plataforma, y permitiendo más tarde la liberación de esta en beneficio de la adhesión al sustrato.
Las propiedades características de la almohadilla de silicona permiten que la imagen se pueda recoger desde una superficie plana y su transferencia en distintos tipos de superficies.